La vida es ilusión de
compañía hasta que las almas no se acompañan entre sí
El Ser Humano como lo
conocemos es una memoria que vaga o vive eternamente en el espacio celestial.
Cuando perdemos esa memoria
no somos nadie, somos solo muertos vivientes, sobre todo para quienes nos
acompañaron o creyeron hacerlo hasta ese punto de la vida. Tal es el caso de los que sufren amnesia o alzheimer.
Hay memorias de alegría y
hay memorias de dolor, no todas son malas.
Las memorias de dolor duelen
y no dejan de doler, pero en el universo nada se borra, nada desaparece, y en
el caso de las memorias la opción más probable es que las desconectemos del
recuerdo inmediato para aislar el dolor, pero no desaparecen. Sin embargo la mejor
opción es que la entendamos y eso se logra poniéndonos en lugar del otro que nos
infringió ese dolor y hacer empatía una y otra vez hasta que sintamos que
hubiésemos hecho lo mismo en igualdad de circunstancias, y ahí será liberado el
dolor. Eso es expiación de las memorias personales y nos da la paz.
Por medio de la expiación,
las memorias de dolor pasan a ser Lecciones de vida, y solo eso, sin carga
emocional. Pasan a ser joyas de nuestra sabiduría.
En la ilusión de compañía lo
más común es la producción continua de dolor. Esto ocurre en dos etapas:
Primero cuando todo parece estar bien, que es cuando se crea el valor emocional
que será apreciado en el momento de la pérdida; y finalmente, el dolor de la pérdida
de la compañía que en realidad nunca estuvo.
Por eso: quien no sabe disfrutar su soledad, y me refiero al poder de la soledad, no sabe mucho de la vida. Saber estar solo aunque estemos rodeados, mirando solo la verdad y lo que tiene valor.
Por eso: quien no sabe disfrutar su soledad, y me refiero al poder de la soledad, no sabe mucho de la vida. Saber estar solo aunque estemos rodeados, mirando solo la verdad y lo que tiene valor.